El buen juicio nos ayuda a depurar nuestros pensamientos. justipreciar los sentimientos y darle el
verdadero valor y significado a nuestras palabras. Para lograr un buen juicio tiene que tener calma y sobre todo libertad de espíritu. Para lograr esa calma y libertad tiene que estar convencido de sí mismo y de lo que va a expresar y que, en aquello, no hay nada oscuro, malo o dañino para los escuchas. Sea honesto consigo mismo y con los demás, sus palabras lo delatarán.
EL PRIMER DISCURSO PREPARADO DE LA HISTORIA
Cuando Pirro mandó embajadores a Roma para firmar un pacto de paz. el viejo y ciego censor Apio Claudio indujo al Senado, tras un brillante discurso, a no firmar ningún tratado de paz mientras el invasor estuviera en suelo romano. Este orador pasó a la historia porque aquel discurso había sido escrito previamente, cosa que nunca antes se había hecho. "ESCRIBIR... DESPUES HABLAR", decía Apio.
Buscando la perfección
PENSAR, ORDENAR, ESCRIBIR
Seamos exactos. Escribamos nuestros pensamientos. pues teniéndolos sobre el papel podremos
clasificarlos e ilustrarlos de una manera más concreta y efectiva para luego pode r expresarlos con la mayor claridad. De la juiciosa selección del carácter de las personas que nos rodean dependerá nuestro éxito o fracaso. Juzguemos con espíritu abierto y despierto los valores humanos y llegaremos a formamos esa institución, esa penetración instintiva, ese tacto psicológico que constituye una de las facultades maestras de los grandes oradores. Si no tenemos la valiosa habilidad del juicio, jamás podremos triunfar.